En los últimos días, los padres y madres de Educación Infantil de tres años me han demandado información sobre el garabateo en estas edades.Os remito a este articulo que os ayudará a comprender el proceso por el que están pasando vuestros hijos/as. Esta fase del garabateo hay que respetarla y valorarla para que vuestros hijos den un paso adelante en su proceso madurativo.
A partir de los dieciocho meses, algunos antes, otros después, los niños
comienzan a esbozar sus primeros trazos. Es su primera expresión gráfica, una
forma de expresión de sus habilidades artísticas que toma forma de garabato,
una etapa fundamental en el desarrollo del dibujo infantil.
Aunque a los mayores puedan parecernos simples “rayajos”, para ellos son
grandes obras de arte. Al comienzo son trazos incontrolados, impulsivos,
inconexos, que los niños realizan moviendo todo el brazo, desde el hombro y que
constituyen la primera de las etapas en el
desarrollo artístico-plástico de los niños.
De momento, es una mera descarga motora, una etapa de familiarización en la
que la elección de los materiales y los colores no tiene aún una importancia
significativa. Con el desarrollo del niño y una mayor comprensión del mundo que
le rodea, los garabatos irán tomando poco a poco forma y contenido.
Este período del dibujo infantil en el que el niño hace sus primeros
garabatos se divide en tres fases:los garabatos descontrolados, los
garabatos controlados y los garabatos con nombre. Veremos cuáles son las características
de cada uno.
Los garabatos descontrolados
La primera etapa del garabateo está marcada por los garabatos
descontrolados o desordenados. Son trazos sin ningún orden ni sentido.
Varían en longitud y en dirección, incluso mientras los realiza el niño puede
mirar hacia otro lado. No hay una coordinación cerebro-ojo-mano.
El pequeño sujeta el lápiz como mejor le viene; con toda la mano, desde la
punta, con dos dedos, e incluso a veces del revés, pero generalmente ejerciendo
mucha presión sobre el papel. Todavía no tiene control un control visual sobre
su mano y realiza los trazos moviendo el brazo desde el hombro, y a veces
moviendo todo su cuerpo. Poco a poco aprenderá a hacer el movimiento desde el
codo y luego desde la muñeca y los dedos. Es frecuente que se salga del papel.
El niño no tiene intención de representar en el papel (o
en el soporte que sea) nada que haya visto. El garabato en esta fase no tiene
una función representativa sino que está basada en el desarrollo físico y
psicológico. Hacen trazos incontrolados simplemente porque les produce placer.
Les resulta agradable hacer garabatos porque disfrutan del movimiento que
realizan al hacerlos.
En la etapa de garabateo descontrolado hay que
proporcionarle al niño los materiales adecuados (ceras, folios, lápices de
colores, etc.) porque lo mismo que dibuja en un folio puede hacerlo en un
mueble, en una pared o sobre una mesa.
Los garabatos controlados
A medida que va realizando trazos, el dibujo se va perfeccionando. Lo que
antes eran rayas desordenadas hechas sin ningún control, empiezan a tomar
forma. El niño descubre que hay cierta relación entre los movimientos que
realiza y los trazos que quedan plasmados en el papel, comienza la relación de
lo quinestésico (capacidad de usar todo el cuerpo para expresar ideas y
sentimientos) con los pensamientos. Descubre el control visual sobre los trazos
que ejecuta, por tanto son ahora garabatos controlados.
En esta etapa los trazos suelen ser más largos, y aunque aún toman una
dirección impredecible, los realizan con entusiasmo y se esmeran por llenar
toda la hoja. Aparecen reiteraciones de trazos circulares, líneas
cortadas, puntos, etc. con centros de intersección.
Al placer de realizar movimientos que le resultan agradables se suma ahora
la satisfacción de que empieza a dirigir su mano. En esta etapa de garabatos
controlados, que abarca hasta aproximadamente los tres años de edad, se inicia
la verdadera integración visual y motriz, la cual se completa al
llegar a las primeras etapas de la adolescencia.
A diferencia de la etapa anterior, ahora sí hay una intención
representativa. Intenta reproducir un pensamiento o algo que ha visto, aunque
un adulto no puede reconocer lo que ha representado. A veces anuncia lo que va
a dibujar y otras cambia de idea sobre la marcha.
Los garabatos con nombre
Ya cuenta con un mayor dominio motor y es capaz de representar lo
que ve, aunque a veces sus trazos no se parezcan en nada al objeto que
quiere representar. Los trazos circulares y longitudinales evolucionan hacia
formas más reconocibles. El niño da nombre a sus garabatos.
Asume que los garabatos son una forma de expresión y que a través de sus
dibujos genera una reacción en los adultos. Por tanto, es importante animarle,
sin cuestionar o intentar corregir su dibujo.
Tiende a centrar el dibujo ocupando distintas partes de la hoja y empieza a
elegir los colores con intención.
El niño se concentra en representar las formas, le dedica mayor tiempo a
ellas, aunque suelen combinar formas reconocibles con otras incomprensibles.
Al acabar las fases del garabato, alrededor de los tres años, comienza
la etapa del dibujo preesquemático que tiene lugar entre los 4
y los 7 años de edad, en la que parecen representaciones comprensibles por el
adulto. Generalmente, lo primero que logran dibujar es una figura humana con
forma de “renacuajo” (un círculo para la cabeza y dos líneas verticales para
las piernas).
Explicando las tres fases del garabato hemos hecho un
interesante viaje por la primeras etapas del dibujo infantil. Los
garabatos son la primera expresión gráfica del ser humano, por tanto, debemos
estimular a nuestro hijos, animarles y facilitarles que se expresen a sus
anchas.
Fuente: Lola Rovati, 17 octubre 2011 para la web www.bebesymas.com